La mayoría de las veces lo mejor que podemos hacer es callar y actuar.

Si te has escuchado diciendo a tus hijos: “esta es la quinta vez que te lo digo” es porque posiblemente es la quinta vez sin darnos cuenta que lo que estamos haciendo no es efectivo.

Uno de los momentos típicos en los que me encontraba con esto era cuando íbamos a cenar. Justo antes de la cena mis hijas encuentran un nuevo juego, quieren leer otro libro o cualquier otra cosa que desvíe su atención de lo que se debe hacer en ese momento y al otro lado estoy yo diciendo: “ya la cena está servida”, “chicas, la cena se va a enfríar”, “Gabriela y Ana María, hace un rato he servido la cena, se está haciendo tarde y deben subir a ducharse”.

Me empezaba a subir el furor y lo más probable era que después de tanta insistencia todo terminara con un grito “La cena ya está servida”. Tenía claro que no quería recurrir a los gritos, no quería seguir transmitiéndoles esa forma de solucionar las cosas, así que visto lo visto decidí poner en práctica lo que plantea la disciplina positiva: cerrar la boca y actuar.

Aquí te dejo tres cortas ideas valiéndome de mi experiencia que pueden hacer más ameno tu momento de la cena o simplemente cualquier otra situación que sabes respira dentro de sí un olor a conflicto asegurado.

📌Dile con anticipación a tus hijos/as lo que harás: por ejemplo en mi caso les dije: “Yo serviré la cena cuando la mesa esté puesta”. Uno de los principios que tenemos en casa es que todos colaboramos, así que se comprometieron a poner la mesa ellas. Recordemos que los niños tienen más disposición de colaborar cuando participan en la resolución de conflictos.

📌Asegúrate que ellos hayan entendido lo que vas a hacer: puedes preguntarles ¿Cuándo sirvo la cena?.

📌Se consistente: haz lo que dijiste que harías y hazlo con amabilidad y firmeza.

No ha faltado el día en que me digan: “Noooo yo quiero cenar aquí en la habitación de juegos”.

Mi respuesta es: “lo siento cariño, hemos acordado que cuando la mesa esté puesta entonces yo sirvo la cena”. Si a pesar de ello siguen sin colaborar entonces les recuerdo el acuerdo al que hemos llegado.

Además de reducir los conflictos en el tema cena o cualquier otro conflicto que tengamos en casa, les estamos enseñando a nuestros hijos habilidades de cooperación y resolución de conflictos.

La cooperación en muchos casos no es inmediata pero si nos mantenemos consistentes les enviamos el mensaje que lo que dijimos que haríamos es justo lo que haremos.

Y recuerda, estamos educando para el momento pero sobretodo para la vida.

Una mamá piscóloga. Milena González

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