Pongámonos por un momento en la piel de nuestros niños.

Imagina que tienes cinco años y de un día a otro escuchas que no puedes seguir yendo al cole, que tus abuelos no pueden ir a tu casa, que han cerrado el parque porque hay un virus contagioso, que ir al supermercado aunque sea con papá o mamá es peligroso, que si vas al médico no puedes tocar nada y si lo haces debes desinfectarte inmediatamente. Por cierto, es probable que siendo pequeña esta palabra “desinfectar” sea hasta un poco desconocida para ti.

Cuando te asomas a tu ventana observas que las calles están solas y a los pocos que ves les notas con miedo y protegidos su cuerpo de pie a cabeza.

Así estás durante mucho tiempo, hasta que varios meses después te dicen que ya puedes volver al cole. Cuando vuelves, tu profe ya no es el mismo y al nuevo apenas le conoces los ojos porque todos deben llevar la mascarilla. Te advierten constantemente de que no debes acercarte mucho a los demás, nada de abrazos, nada de besos, nada de compartir tus cosas con tus amigos. Todo ello porque hacer lo contrario representa un peligro para nuestra salud y para la salud de las personas que queremos.

Todos tus adultos cercanos te dicen constantemente que no te bajes la mascarilla, incluso te han llegado a reñir cuando se te olvida. A nivel general, el mensaje que recibes es el de que los niños son héroes porque han sabido ser chicos buenos respetando las normas de seguridad para que ninguna otra persona se contagie y termine muriendo.

Para muchos niños en aquel momento, la mascarilla se había convertido en un objeto que les aportaba seguridad. Muchos vivieron en primera persona la angustia de aislarse debido a que habían dado positivo o debido a que algún familiar se había contagiado. Muchos también perdieron a familiares y tuvieron que atravesar por el duelo que ello suponía.

Hoy en día la situación ya no es la misma, ya no se habla de COVID y este ha quedado prácticamente en la historia y sin embargo a muchos niños les ha costado quitarse la mascarilla. A esos mismos peques que en algún momento les reñimos porque no la usaban adecuadamente, posteriormente se les ha reñido porque no se la quieren quitar.

¿Sabías que el miedo es la emoción que se activa cuando la situación que estamos viviendo amenaza nuestra vida e integridad física?

Los niños han vivido durante mucho tiempo con la sensación de peligro en sus cuerpos. Por eso, que la normativa haya cambiado y el tiempo haya pasado, no significa que lo que ellos sienten y han vivido ya no esté, con mascarilla o sin ella.

Nuestra labor como cuidadores o docentes ante situaciones de alto estrés, por ejemplo la muerte de una persona cercana o cualquier otra crisis social o familiar  es validar siempre su experiencia interna, acompañarlos mientras transitan las emociones que los abruman y en definitiva aprender aquello que bien dice Daniel Siegel: conectar con la persona antes que redirigir su comportamiento.

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