Una de las situaciones que como madre siempre quise que demoraran en llegar eran las típicas peleas entre hermanos 😊 escuchar por toda la casa frases acompañadas de un agudo chillido “pero si yo lo tenía primerooooooo” “eso es míooooooo” “Mamáaaaaaaa Ana María me ha quitado mi jugueteeeeee” y así sucesivamente. 

Las peleas entre hermanos es uno de los motivos que más suelen consultar los padres y madres y más aún cuando las investigaciones demuestran que en promedio son cinco peleas al día las que suelen presentarse.

El no saber qué hacer y cómo actuar nos lleva la mayoría de las veces a  intentar mediar de una forma poco efectiva ya que por un lado terminamos etiquetando a uno como el “niño malo” que genera siempre los conflictos y al otro como el “niño bueno” que es víctima de su hermano, esto además de no ayudar en nada nos quita la oportunidad de que aprendan a resolver ellos mismos sus conflictos al enviarles con nuestra actitud el mensaje de que cada vez que haya una pelea mamá o papá tiene que llegar a rescatarles proveyéndoles de las sugerencias necesarias para que todo vuelva a la normalidad. Como ves, les estamos privando de que aprendan a solucionar y a evitar conflictos, generamos en alguno sentimientos de culpa al transmitirle nuestro enfado porque en nuestra opinión es quien ha actuado de forma equivocada y lo peor de todo es que no aportamos ninguna solución a la situación generada. Recordemos que uno de nuestros objetivos como padres y madres más que solo detener un comportamiento inapropiado (que por supuesto debe hacerse) es conocer la raíz del problema y trabajar desde allí, muchas veces las peleas solo son un síntoma que nos está indicando que algo no marcha bien. Atacar el síntoma no cambiará la situación.

Un ejemplo típico que se presenta en casa con mis dos hijas es cuando las dos quieren el mismo juguete. Si mi objetivo es que se callen lo más rápido posible, un grito de mi parte podría ser una “solución” o simplemente lo guardo y digo la tan conocida frase: “pues ya está, ahora para ninguna de las dos” pero si mi objetivo es que por ejemplo aprendan a solucionar ellas mismas sus problemas entonces no me conformaré con lo que he dicho antes.

Como puedes ver lo primero que como madre o padre debes hacer es preguntarte ¿qué quiero enseñarle a mis hijos? Si tu deseo se parece más al segundo escenario que he propuesto (que aprendan a solucionar sus problemas por sí mismos) entonces más que como juez llegarás como mediador siendo lo más neutral que puedas, sobretodo porque la mayoría de las veces no sabemos cómo ha comenzado la discusión, por lo tanto al ser neutral vas a intentar proponer una solución que sea conveniente para los dos y en la que sientan validados sus sentimientos.

Te voy a contar los “cuatro pasos” que suelo usar con mis hijas y que en nuestro caso nos ha facilitado mucho obtener la cooperación de ambas y nos ha ayudado en gran parte a mantener un clima positivo en casa.

  1. Desde la calma le pregunto a cada una qué ha pasado, esto con el fin de obtener información de las dos. En el momento que una de las dos me cuenta lo que ha pasado le menciono todo lo que me ha dicho pero en forma de pregunta con el fin de que me responda si he comprendido bien o no lo que me ha contado y eso lo hago con ambas.
  2. Les pregunto sobre sus sentimientos,  cómo se sienten con lo que ha pasado y con lo que han hecho.
  3. En tercer lugar suelo ayudarle a que se ponga en lugar de su hermana preguntándole por ejemplo: ¿cómo crees que se sienta tu hermana? ¿por qué crees que dijo/hizo eso?
  4. Por último, mi intensión siempre es que aprendan algo de lo ocurrido. Entonces suelo preguntarles ¿qué podríamos hacer la próxima vez para que las cosas salgan mejor?

Con mi intervención además de buscar transmitirles mi calma, mi intención es generar en ellas la posibilidad de que piensen en lo ocurrido y desde su corta edad aprendan a conocer sus emociones, gestionarlas y por supuesto que aprendan a solucionar sus conflictos. Sumado a ello está mi deseo de que se lleven bien como hermanas evitando sentimientos de la una hacia la otra como por ejemplo “mi hermana me odia, o no me quiere o siempre me quiere hacer daño.

 ¿Requiere de nuestra parte como madres y padres más paciencia y es un camino más largo por recorrer? Seguramente si, pero por eso es importante tener claro qué es lo que queremos que nuestros hijos aprendan.  Y recordar lo dicho por L.R Knost autor del libro Two Thousand Kisses a Day «Cuando las personas pequeñitas están invadidas de emociones grandotas, es nuestro trabajo compartirles nuestra calma y no unirnos a su caos».

Bueno ahora te invito a que si te gustó este artículo y crees que puede servirle a alguien más lo compartas 😉

Un abrazo muy grande.

Milena González


Share This