«Mi hija de 17 meses ya empieza a mostrar signos de rabietas. No quiero rendirme. ¿De qué forma puedo ayudarla a tranquilizarse estableciendo limites?»
Las pataletas, rabietas o berrinches como mayormente les conocemos, son uno de los motivos por los que más me consultan las familias. Empezar a entender que estas son completamente normales y esperables puede ayudarnos a abordarlas con mayor empatía.
Lo primero que debemos entender es que durante esos primeros tres años, las rabietas no se dan de forma deliberada, es decir tu hijo/a no se enfada intencionalmente con el objetivo de hacerte perder los nervios. Las rabietas hacen sentir mal tanto al padre/madre que las enfrentan como al niño/a que las experimenta. Por tanto es una situación que afecta a todos y entre más conozcamos lo que ocurre y cómo podemos ayudar, mucho mejor afrontaremos esta situación.
Hoy te quiero compartir dos claves:
1. Las rabietas se gestionan mejor en equipo: En lugar de caer en una lucha de poder y de enfrentarte a ellos en una batalla de voluntades, es mucho más efectivo conectar con nuestro hijo/a, comprender cómo se siente y preguntarnos qué necesidad no cubierta tiene en ese momento. Tener en mente que nuesttro pequeño se siente fuera de control, asustado, ansioso, estresado, enojado, triste, frustrado y exhausto nos hace ser más compasivo con ellos en esos momentos. De hecho, si te detienes a pensar, todas esas emociones que está experimentando tu hijo, son las mismas que sientes tú cuando tu pequeño está en plena pataleta. La diferencia es que tú cerebro superior (el que nos ayuda a tranquilizarnos) ya está formado, tu hijo aún debe esperar hasta los 25 años aproximadamente para ello.
2. Comprender por qué está fuera de control: Este punto aunque aparentemente es obvio, lo podemos pasar por alto muy fácilmente. Comprender por qué nuestro hijo tiene una pataleta es clave. A veces la razón es porque su cerebro superior aún es muy inmaduro, otras veces porque sus necesidades fisiológicas como hambre y sueño no están cubiertas o quizá puede deberse a que está sobreestimulado (demasiadas horas frente a las pantallas o videojuegos pueden ser también un desencadenante). Su comportamiento nos está diciendo que hay una causa no aparente que lo está llevando a tomar decisiones equivocadas. Así que en estas edades es importante mirar factores como hambre, cansancio o exceso de estimulación también.
Si tu hijo/a tiene más de tres años y medio puedes intentar:
1. Potenciar la comunicación, por ejemplo a través de alguna señal (verbal o no verbal) que te indique que cuando se sienta desbordado necesita ayuda. En casa por ejemplo tenemos una palabra clave «Eureka». Mis hijas las pronuncian cuando sienten que tienen ganas de reaccionar pegando o de alguna forma no respetuosa hacia uno de nosotros (hermanos, papá o mamá).
2. Los cuentos también son una excelente forma de enseñarles sobre los límites y esas normas quizá «extrañas» de la sociedad que desatan su enfado. (Descárgate mi lista Top Ten de cuentos infantiles)
3. Dale la oportunidad de poder tener a ser posible dos opciones limitadas por ti. Por ejemplo en lugar de decirle: hoy te pones estos zapatos. Pregúntale si prefiere los zapatos azules o los verdes. Recuerda que nadie como tú para enseñarle esas habilidades que necesitará cuando sea mayor (capacidad de negociación, toma de decisiones, autonomía…)
Es muy probable que muchas veces pese a todos nuestros esfuerzos como padres y madres, nuestros hijos sigan reaccionando a través de una pataleta, sobretodo cuando son muy pequeños, esta su forma de gestionar su enfado, no esperes un cambio rápido, debes recordar que todavía tienen el cerebro de un niño pequeño.
Como madre he aprendido en esos momentos a «cerrar» el mundo exterior (miradas, opinólogos, comentarios…) y concentrarme en mi hija/o unicamente. Mi acrónimo ABRAZO, aquí publicado encaja perfectamente. Sin embargo, recuerda: ¡Se va a seguir enfadando sin saber gestionar lo que siente, tu serás su faro!

Los límites son vitales en todas las edades. Sin embargo con los niños pequeños la mayoría de los problemas de límites ocurren cuando los padres establecen demasiados y el mundo del niño se vuelve confuso y sofocante. Por tanto intenten establecer límites que sean de vital importancia para todos, (teniendo en cuenta la etapa evolutiva de tu hijo/a) y cumplanlos con coherencia.
Con amor.
Milena González. Una mamá psicóloga.